RUSIA SE PUSO FIRME CON LOS ANTIBIÓTICOS EN CARNE Y SUSPENDIÓ 4 FRIGORÍFICOS

Los servicios sanitarios de Rusia, uno de los principales destinos para la carne vacuna argentina, detectaron residuos de Tetraciclina, un antibiótico de amplio espectro, en varios cargamentos de carne argentina y decidieron suspender la habilitación de cuatro grandes plantas frigoríficas exportadoras.


Bichos de Campo pudo confirmar de fuentes oficiales las sanciones temporales de Rusia, que obligarían al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) a dictar en los próximos días alguna medida para “certificar” en el futuro que los embarques de carne vacuna no tengan residuo de antibióticos, un tema que está en el pico de las preocupaciones veterinarias a nivel mundial pero al que aquí se la ha prestado escasa atención hasta el momento.
En este momento existe una suspensión temporal dispuesta por Rusia que alcanza a 13 plantas exportadoras argentinas, aunque algunas de ellas están cerradas hace años. En orden alfabético son Agroindustrias Quilmes, Ecocarnes, Friar, El Zaimán, Frigorífico General Pico, Penta, Pilar, Rioplatense, JBS Entre Ríos (ex Vizental), Látigo, Mattievich, Perrín y Rafaela Alimentos. De todos modos, no todas fueron inhabilitadas por presencia de antibióticos sino por otras razones sanitarias.
Las cuatro plantas que enviaron carne con residuos de antibióticos más elevados que los permitidos por Moscú son Ecocarnes (suspendida desde el 28 de mayo), Friar (desde el 12 de abril), Rioplatense (desde el 13 de junio) y Rafaela Alimentos (desde el 11 de mayo).
Fuentes del Senasa aclararon de inmediato a este medio que el caso no supone una amenaza a la salud pública, ni para la población de Rusia ni para los consumidores de la Argentina. Más bien, dijeron que la situación solo expone la diferencia de criterios que existen entre los gobiernos de ambos países a la hora de medir la presencia de residuos de antibióticos en carne.
“Estamos hablando de hallazgos de Tetraciclina. La Tetraciclina en la Argentina está permitida (se utiliza sobre todo en establecimientos lecheros), por lo cual nadie está haciendo nada mal. Lo que pasa es que Rusia lo tiene prohibido y está encontrando niveles muy pero muy bajos” en los cargamentos de carne argentina, explicaron desde el organismo sanitario argentino.
Luego insistieron: “Son tan bajos esos niveles que en la Argentina se dan como aptos. O sea que no ponen en riesgo la salud esos pequeños niveles que quedan como residuos”.
En la comunidad internacional no minimizan el problema sino todo lo contrario. La Organización Internacional de Epizootias lo coloca como uno de sus principales capítulos de trabajo: “La resistencia a los antimicrobianos constituye un problema común a la sanidad animal y a la salud humana, y por ello la OIE trabaja en estrecha colaboración con sus países miembros, la OMS, la FAO y la Comisión del Codex Alimentarius”, dice la página institucional del organismo veterinario global.
El problema fundamental es que la presencia de antibióticos en la carne podría generar resistencias que luego conviertan en ineficaces ese tipo de medicamentos cuando se requieran para un caso vinculado a la salud humana.
Según la explicación brindada por el Senasa, las desinteligencias con Rusia respecto de la medición de antibióticos en carnes se deben a que ese país se mantiene al margen de las reglas comunes definidas por el Codex. “Rusia implementa un sistema mucho más exigente . Como país tiene la libertad para hacerlo, pero esa es la situación con la que nos encontramos”, explicaron.
Como sea, la pelota está hora del lado de la Argentina, que algo deberá hacer si quiere lograr la rehabilitación de esas plantas de faena y evitarse nuevas sanciones por el mismo tema.
Consultadas al respecto por Bichos de Campo, las fuentes oficiales dijeron que se está desarrollando “un muestreo dirigido a través de la COVARC (la coordinación que maneja el plan de control de residuos en alimentos CREHA) para hacer muestreos a las tropas y a los establecimientos que envíen faena a frigoríficos y que esas faenas potencialmente puedan ser destinadas a Rusia”.
“A partir de ahí se va a hacer un control y en Sanidad Animal se va a tratar de transmitir y los frigoríficos, a través de sus compradores de hacienda y sus proveedores, que traten de no usar este medicamento o tener períodos de carencia mayores como para que esos restos desaparezcan”, se explicó.
Uno de los problemas que se van a presentar, según los expertos en sanidad animal consultados, es quién va a cargar con el costo de hacer loa análisis que certifiquen que no existen residuos de antibióticos que los frigoríficos argentinos exporten a Rusia. Analizar cada muestra sale más de 6.000 pesos sin contar el IVA, lo que implica que deberían pagarse a los laboratorios entre 200 mil y 300 mil pesos por cada contenedor de carne que se embarque hacia Rusia, ya que la carne para llenarlo proviene de varias tropas de hacienda.
Mientras mascullan una solución, en el Senasa enfatizaron que no hay riesgo sanitario sino que se trata de un entredicho de tono más comercial. “Lo importante es que acá no está sucediendo nada malo. Simplemente que en Argentina, como en muchos países del mundo, está permitido el uso de antibióticos, los residuos que se encuentran son los permitidos y está demostrado que no causan ningún perjuicio a la salud. Esos son los niveles que han encontrado en Rusia, pero allá los antibióticos están prohibidos, se exige cero” residuos.

 

Fuente: bichosdecampo.com

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